lunes, 9 de diciembre de 2013

A ti, a ellas.

A mi amiga Vero,  tan importante para mi.


"Una cama deshecha, un plato en la cocina con restos abandonados, semillas de jacarandá esparcidas según su albedrío natural en el jardín, tan nostálgico, postigos entreabiertos en las habitaciones."

La casa estaba vacía, pero no lo aparentaba. Sentía su respiración en esos mínimos detalles... Entre pelusas y polvo encontré una huella. Al atravesar un umbral y caminar por aquel pasillo en penumbra oí la losa que solía quejarse al pisarla. Siempre una losa suelta, dejaba escapar un sonido sordo, hueco, recuerdo, y entonces entrabas en el cuarto. Entro y veo esa cama vacía, con las sábanas arrugadas, las almohadas revueltas, el mismo aire que respiramos hace años -aquella última vez en que huimos con urgencia-, pero ahora faltas tú."
¿Estaba soñando? ¿Un déja vu?

Ahora esta casa la habitan las ausencias, los recuerdos, los ecos de voces antiguas. Un ojo rojo en la madera que me mira a través del tiempo desde mi niñez, aquel pequeño lapso de mi infancia que sentó las bases de mi vida. La escoba larga de limpiar los techos de tres metros me habla de ella, la colcha de ganchillo me espera en un baúl, las mosquiteras de las grandes ventanas desde las que escudriñaban las idas y venidas de peatones distraídos... están ahí, ahora, todavía, y son ellas quienes me devuelven la mirada. Y tú, todavía andas por aquí, por mucho que me esfuerce en exorcizarte, tu pequeño naranjo con su azahar, y los muebles de tus abuelos que yo quería decir que también lo eran míos ensombrecen mis mañanas con su negro barniz azabache. Una fotografía tuya encuentro de repente, en un cajón, con un pequeño orificio en la comisura izquierda pero, desde la fina superficie fotográfica, tus ojos me miran y parece que te veo y me ves a través de esta ventana y un leve soplo de viento mueve tu bufanda, el mar detrás de ti humedece el aire. Y cada vez que la puerta roza nuestra alfombra persa nómada pienso que quizás esté desapareciendo por esa leve fricción como tú desapareciste por un no sé qué, pero no del todo... Porque aún sigue aquí y tú no te has marchado todavía. ¿Acaso puede borrarse toda una vida de la mente? ¿No impregnamos con esos gestos inconscientes y con la existencia de algunos objetos  los espacios y los recuerdos, las vidas?

Pues dime, si es que lo sabes, cómo puedo vivir si estoy tan sola pero llevo toda esta carga de mi historia.

Cartagena, a 26 de julio de 2013.

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