lunes, 4 de abril de 2011

RELATOS DE LA EXTRAÑEZA. La luz.



La vi. Era blanca, intensa y a la vez difusa como procedente de una niebla y me iba envolviendo, me atraía como un fórceps que me extrajera de la obscuridad. De algún modo, esa extraña luz me llamaba, era lo único que existía a mi alrededor, aparte, claro, de otras personas, que calladas, también como yo, la miraban y caminaban hacia ella. Así, tal como nos acercábamos, una misteriosa felicidad nos inundaba.

Cuando abrí los ojos, estaba en mi cama, era por la mañana y el despertador no dejaba de sonar, con su zumbido estridente y molesto, insolente. Pero yo no reconocía lo que me rodeaba, a pesar de que todo parecía igual, como una copia del original, no sabía en dónde estaba aquello que había cambiado... No era una pesadilla... si no un sueño, quizás, una sensación desconocida.

La luz al fondo de la obscuridad que había visto en ese sueño... podría deberse más a mi deseo de abandonarme que a mi propio estado físico, esa experiencia que describen los que han llegado a estar casi muertos era lo que había sentido, pero yo estaba sana. La razón del porqué deseaba huir de la realidad me resultaba por completo desconocida.

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