jueves, 6 de septiembre de 2012

Sueño

Las hojas que caían a mi alrededor me desnudaban del aire que me cubría, con una caricia de desapego, suavemente caían. Este leve cambio de mi entorno más cercano en aquella foresta me sobrecogía, entre el silencio otoñal del bosque maduro, susurros de hojas desprendiéndose, cayendo hacia su descomposición. Breves pinceladas ocreamarillo, amarillo pálido, se fundían plácidamente sobre una envolvente penumbra verdosa próxima a su ocaso. Sentía el musgo fresco bajo mis pies mientras flotaba en su aroma. Extendí mis brazos bajo aquella llovizna glauca, pálida, y la luminosa penumbra verde que salpicaba. Y calaba mis huesos, calaba mi alma. Y cambié, desperté.

2 comentarios:

  1. Me encanta la manera en la que pintas la escena, con esa delicadeza fluida a medio sueño.

    "Y calaba mis huesos, calaba mi alma. Y cambié, desperté."

    Lástima que la realidad no sea tal como la percibimos a veces en los sueños...

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  2. En realidad somos nosotros mismos los únicos que tenemos la capacidad de hacer cumplir los sueños. Quizás será cierto aquello de que la vida es sueño.
    Gracias por tu amable comentario, Jesús. Un abrazo.

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