Mi cabeza..., la siento vacía, me duele la nuca, me duele el estómago, mi corazón está solo hoy. Me siento sola en este invierno que se instaló aquí, como en el jardín del gigante egoísta.
El alma dolosa, disfraza su pesar entre los recodos del cuerpo y decimos y sentimos que todo duele. Pero qué cuerpo no se quejaría cuando ella, a la que acoge y alberga, no deja de llorar. ¡Ay, alma llorona...!
Me duele hasta el alma de tanto penar mi cuerpo por su llanto. ¡Ay, alma llorona...!
Llegará la primavera y las rosas perderán sus espinas para que sientas su caricia y las margaritas te enviarán con sus pétalos amarillos los rayos de sol, alma mía. Las nubes te acunarán para que no llores más, alma mía.
No llores más.
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