Me siento.
Percibo mis músculos inmóviles, ese espacio que no existe mientras lo ocupo, la mirada torva hacia mi interior escudriñando el poso que desvele mi destino. Indagando sobre las tabas de un hueco insospechado. Quizá sólo quede el recuerdo de las gotas que se sujetan inopinadamente sobre el cristal. Del presente, los posos. Y después aquí seguiré preguntándome qué hay más allá, mañana y al otro.
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