El camino de los días nos hace sentir a veces como un ciego. Intentando defendernos de los tropiezos y golpes, cuya experiencia nos trajo en el pasado errores y sufrimientos, medimos lo nuevo que nos acontece de lo cual percibimos una pequeña porción, con aquella misma vara empírica. Y, ah, de cuando en cuando, las más insospechadas, caemos otra vez en un gran error, y es que no vemos que la misma medida no sirve para todas las ocasiones.
El juego de la vida es así de impredecible.
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